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¿Cómo nos sentimos en el trabajo?

Las emociones constituyen, junto con el cuerpo y el lenguaje, uno de los tres dominios primarios del Ser Humano que nos movilizan a actuar de determinada manera. A este dominio de la emocionalidad podemos acceder a través de nuestra corporalidad (reconociendo las sensaciones como el frío, calor, tensión muscular, cambio en el ritmo cardíaco, color y textura de la piel) o a través del lenguaje (lo que nos decimos o decimos a los demás cuando estamos alegres, enojados, tristes, etc.).

Siempre nos encontramos en alguna emoción: tristeza, alegría, bronca, temor, desagrado, apatía, y ellas nos predisponen a la acción o a la reacción (si no las hacemos conscientes). Cuando accionamos, generalmente lo hacemos desde el reconocimiento de la emoción, identificándola corporalmente y anteponiendo una reflexión previa. En cambio, cuando reaccionamos, lo hacemos en automático, llevados por el impulso. En este último caso hay ausencia de conciencia de la emoción sin especio para la reflexión.

En el ámbito laboral (aunque por qué no en el ámbito personal) es recomendable no reaccionar por impulso a la emoción, ya que quedamos expuestos y perdemos la oportunidad de identificar la alternativa óptima para el alcance de nuestros objetivos.

Para ello es importante saber que las emociones son gatilladas por estímulos externos (ej.: la evaluación de desempeño de mi jefe, la contestación de mi compañero, la rotura de una máquina, el no llegar a la meta en los tiempos previstos) o estímulos internos (nuestros propios pensamientos, juicios, afirmaciones, creencias). Si nos encontramos ante emociones que obstaculizan el logro de nuestros objetivos, podemos buscar los recursos necesarios que minimicen la influencia de dicha emoción en nuestras acciones.

Cito algunos ejemplos que ilustran esta explicación:

  • Si estoy tenso y necesito redactar un informe, puedo usar el recurso de poner música clásica para relajar la mente y el cuerpo y estar mejor predispuesto para ello.
  • Si estoy con bronca y estoy por participar de una reunión de trabajo, puedo recurrir a algunos ejercicios de respiración para no reaccionar, calmarme y tener una visión más clara de lo sucedido.
  • Si me encuentro trabado para avanzar en un trabajo por pensamientos o creencias negativas (“no puedo”, “no me merezco el reconocimiento”, “este trabajo no es para mí”, “no soy bueno para esto”, “esto es culpa de otro”, “yo no tengo nada que ver con esto que pasa”), puedo usar afirmaciones positivas que me faciliten la acción y el hacerme cargo: “soy poderoso”, “este es un desafío para mí”, “esta es una oportunidad de mostrar mis habilidades y crecer”, “estoy a salvo y en paz”, “soy una persona valiosa”.

Además cabe destacar que las emociones son contagiosas y repercuten enormemente en el clima laboral. Si me encuentro alegre, entro a la oficina con una sonrisa, ofrezco preparar el café, esto repercute en el clima general y se contagia la sensación de alegría. Si por el contrario, estoy con bronca y actúo desde ahí, entrando sin saludar a nadie, con cara de pocos amigos, contestando inadecuadamente, esto también afecta a la energía del grupo que va a cambiar notablemente impactando en la dinámica de trabajo y por consiguiente los resultados alcanzados por el equipo.

Lo interesante es poder reconocer las emociones y no caer en la trampa de quedar atrapados en ellas. Cada emoción es sabia y nos viene a decir algo, si nos detenemos a escucharla y reflexionamos sobre su mensaje, sin juzgarla como “buena” o “mala”, podremos alcanzar un resultado diferente. El miedo nos puede estar alertando de un peligro, la envidia nos puede permitir conectar con nuestros deseos más profundos, pero si tapamos estas emociones y no las traemos a la luz, ellas nos juegan en contra y terminan enfermando nuestra mente y nuestro cuerpo.

Es imprescindible tomar conciencia de nuestro estado emocional, registrar las emociones desde nuestro cuerpo y desde nuestro lenguaje y actuar desde el dominio que más nos ayude a cambiar la emoción si vemos que está obstaculizando el logro de nuestros objetivos laborales.

Yo me siento contenta luego de haber escrito este artículo.

¿Vos cómo te sentís? ¿A qué te predispone esa emoción?

Espero te ayude a tomar conciencia y alcanzar tus metas.


Lic.María Agustina Sauco
Consultoria, Capacitación y Coaching Organizacional
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